miércoles, abril 13, 2011

Siete


No sé que deseo encontrar. Subconscientemente deseo tanto, cosas tan factibles como poder darme una palmadita en la espalda y decirme: "Basta". Que mi locura sea credencial del yo en una palabra, no da hincapié a que no vea el realismo, el paréntesis entre el dolor asumido y el que busco disfrazado. No, joder… Il mio Corpo no es más que un montón de esquemas desafinados para la punta de un pincel que hacen creer reconocerme y sólo es una pasta de escombros que tienen intactos las columnas principales que aguantan el yermo y la frustración. Me quedo atenta. Intentando disfrazar la escasez de elocuencia que sería si estos pensamientos se vociferarán por cada esquina vacía de supervivencia. Los escucho sin percatarme de lo que me dicen. Advertencias que al fin y al cabo me importan un verdadero bledo y que no debería ser así (ni yo). ¿Qué se me puede dar a cambio de lo que me aporto yo? Sino necesito más que este silencio (que no es silencio en su totalidad) y mi compañía que ocupa mi tiempo de soportar antes que encubrir otros quehaceres que serían de más irrelevancia. Para ti; para mí no.
Me puedo hacer la sueca de esta verdad, pero siendo sincera, me es imposible. Está ahí: inerte. La puedo tocar, apretando un dedo hasta perforarla, que se derrame encima mío, que decaiga sin no antes estar regenerándose por momentos. ¡Maldita seas! Debería hacerte caso y dejar de cocinarme el plato de resignación con un: "Que poco te conozco".
Estas latente y me das la verdad, aunque me parezca la mierda más poco digerible de mi ser (que alabado sea del único amor que pueda sentir y del efecto contradictorio por lo que busco sin necesidad). Que debería detestar seguir aprendiendo del único profesor que respeto por darme tormento. Yo te necesito, porque solo estas ahí cuando camino por estas calles y lo único que veo, que tiene importancia y que eclipsa todo lo que rodea eres yo. No es una taza de ego calentita que me tomo por las mañanas; es mi realidad y mi única esencia. La de sentirme perdida por las palabras que solo comprendo, la de amar la soledad por encima de cualquier brillo de ojos oscuros ajenos a los míos. Debería sentarme, aclararme y aceptar la decisión que solo me aporto, (por mucho que hice por cambiarla). Es clara la respuesta, tan clara que por qué cojones la veía y seguía obtusa con el cambio de ésta. Sí, tan simple que no la podía aceptar… Conmigo: todo me vale y no hay más después de mí; por mucho que deba no ser así. Aprecio el dolor. El que asumo que voy a tener porque me hace elevarme más por encima de la causa. Ahora me hago un termo para el camino. Frío hace.


*Dibujo personal.

1 comentario:

  1. Me encantó leerte. Estupenda tu mente, lo que piensas me gusta, si es que no te molesta que sea sincera contigo. Por eso te lo digo así no más.

    Un abrazo.

    Andri

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