lunes, julio 18, 2011

Otra vez.


Cuando no te conocía, no pretendía echarte de menos. Tampoco amarte hasta donde el músculo pierde su nombre. Pensaba pasar de tu vida de andando con algo de ajetreo y dejando una humareda que escondiese lo que sé hasta ahora de mí. Pretendía volverme sola y seguir los días acompañada de mis pasatiempos favoritos para que no me matasen las horas a mí. No pretendía ser la mujer de tu vida. No pretendía ni siquiera ser la mujer de la mía. Han pasado ya algunos meses en los que tu compañía, ahora me parece lejana. Mientras escribo se me cae un botellín de cerveza con 50cl al suelo. Mi madre fuma en la ventana de la cocina y son las 5:58 de la mañana. Alguien comenta ahora algo de matar palomas. No me gusta no ser la única nocturna. Antes, mis madrugadas eran más vacías, más largas. Ahora son tan afligidas, que ya no sé cuáles de mis demonios me acompaña. Estaba bien por entonces. No me gusta ser la única que duerme sola cuando empieza a amanecer. En estos momentos idealizo la idea hipotética de: y ¿si no nos conociésemos? Me acostaría. Me levantaría. Bebería y fumaría mientras sonaría música aleatoria y sin pausa… Quizás, con una hoja de papel y algún lapicero medio difunto. La gente seguiría diciendo que me he perdido y que no pienso en nadie. Seguido de un gesto que demuestre que soy un poco egocéntrica y majareta. Una desequilibrada en un pueblo podrido. Todo ello si aún siguiese sobreviviendo (Si nunca me hubieses salvado -de mí-). Pienso que haría todo eso. Sin cambios. Justamente lo que hacía antes de conocerte. Lo curioso es que vuelvo a hacer lo mismo que en el caso de que no nos conociésemos. Estoy sobreviviendo, otra vez. No pretendía echarte de menos. Ni amarte. Ni desear verte como razón de estabilidad. No pretendía ser yo, créeme. Me amas, sálvame una vez más. No dependo de ti, solo de 3000 Km. de tu cuerpo y de un número de móvil que empieza por 144. Me había acostumbrado a no estar demasiado rato conmigo a solas. Demasiado en que no tenía que evitar el hecho de ser yo y todo lo que conlleva. Son las 6 y no pienso en mañana. Solo pienso en ti y estoy demasiado vacía incluso para reír la gracia de las palomas, limpiar la cerveza del suelo y desatarme el nudo de la garganta. Pienso en ti mientras vuelvo a destruirme. Pienso en ti para no pensar tanto en por qué estoy a la deriva (otra vez). Si nunca te hubiese conocido, no podría decir tal hipótesis en estos momentos. Querido mío, yo no es que te ame; es que en este mundo no existe cabida para mis te amo hacía ti. Compáralo con dinamita. Dinamita que tengo entre las manos en estos momentos. Aun así, he aprendido, he sentido y solo puedo decir que te amo y nada más. Puedo escribirte que te amo. Solo puedo recordar que te amo. Solo puedo esperar a que me ames, a que me salves. Verte mientras pasas el tiempo junto a mí con la lentitud que tarda en dejarme sola. Sola completamente; otra vez.