lunes, diciembre 13, 2010

Bis, bis.



Me sentía como una muchacha. Con una semana menos vida y unas caricias más dadas.


Mi nombre había sido pronunciado algunas veces más. Había visto demasiada gente. Gente que lo más seguro, no vuelva a ver en mi vida y tampoco me importaba. Me veía reflejada en los cristales de la estación... Apenas hacia una hora que acababa de pasear mis pestañas por encima de las nubes. Las piernas parecían más delgadas de cuando las recordaba. Las botas más separadas de la suela que la última vez que me las puse. Intentaba recrear imágenes en mi cabeza que había visto y sólo podía recordar una pared de música y vainilla. Daba vueltas sobre lo que me hicieron creer que es mi eje en mi infancia (ni dueña, ni centro). Bostezaba semillas de desasosiego. Sentía ser taladrada por ojos de rata. Creía poder oler la debilidad y el futuro sin un pre. Había rozado el punto exacto en el quería estar o, el único que me quedaba. La desconfianza de todo y por cualquier cosa. La mentira como la primera palabra en mi mente al mirar incluso un resto de azúcar en una mesa. Aplastarlo con la yema de mis dedos, repasar la cara de quien está a mi lado y sólo pensar en no hacerlo. Evitar el recuerdo, repudiarlo tanto el mio como el de cualquiera... Crear nuevos para hacerlo otra vez. Algún día podré poseerlo... No hay nada más que esto (bis). No quiero eso (bis). Otra vez, otra vez.

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