Si yo pudiera, haría el olvido. Dudar, dudaría de mi misma. Dibujar mi sonrisa del pincel de vuestra osadía. Me arrastraría el viento como migas de pan en las escaleras de tu casa. Podría creer en lo benevolente, si supiera que soy real. Intenté escapar en los recovecos de mi mente de palabras que son reflejos de lo que siempre fui. Miedo. Gritos desde el fondo del charco que no supe formar. De los intestinos escarchados. De los pelos quebradizos y las pestañas titubeantes. La lengua que perfila de punta los labios hasta la saciedad, hasta hacer sangre con el frío de mi diciembre. Ojos vacíos de recuerdos, de imaginaciones que persiguen, que persiguen, que solo consiguen realidad. Intento buscar en las 3 monedas de mi bolsillo oxidadas el parentesco en vosotros. Encuentro huellas.
Pretendo asustar, poder ser la imagen inmortal de una transformación social. Ser el rastro de lo que se nace, se hace, se destruye. El cuerpo indeseable de Dios. El poder perdido de sentir hasta la última daga.
Narciso no se ahogó enamorado, intentó estrangularse al verse.